Desde el punto de Luz en la
Mente de Dios,
Que afluya luz a las mentes humanas,
Que la Luz
descienda a la Tierra.
Desde el punto de Amor en el Corazón de Dios,
Que afluya amor a los corazones humanos,
Que Aquel Que Viene retorne a la
Tierra.
Desde el centro donde la
Voluntad de Dios es conocida,
Que el Propósito guíe a las pequeñas voluntades humanas,
El Propósito que los Maestros conocen y sirven.
Desde el centro que llamamos la raza humana,
Que se realice el Plan de Amor y de Luz
Y selle la puerta donde se halla el mal.
Que la Luz,
el Amor y el Poder restablezcan el Plan en la Tierra
INVOCACIÓN reside en su sencillez y en que expresa ciertas verdades
esenciales, que todos los hombres aceptan innata y normalmente: la verdad de la
existencia de una inteligencia básica a la que vagamente damos el nombre de
Dios; la verdad de que detrás de todas las apariencias externas, el Amor, es el
poder motivador del Universo; la verdad de que vino a la Tierra una gran Individualidad,
llamada Cristo por los cristianos, que encarnó ese amor para que pudiéramos
comprenderlo; la verdad de que el amor y la inteligencia son ambos
efectos de la Voluntad
de Dios; y finalmente la verdad eminente de que el Plan divino sólo puede desarrollarse
a través de la humanidad misma.
Toda la Invocación
se refiere a ese inminente, influyente y revelador depósito de energía, causa
inmediata de todos los acontecimientos sobre la Tierra, que indican el
surgimiento de algo nuevo y mejor; estos acontecimientos demuestran el avance
de la conciencia humana hacia una mayor luz.
Por lo general el llamado invocador ha sido hasta ahora de naturaleza
egoísta y formulado momentáneamente. Los hombres oraron para sí mismos;
invocaron la ayuda divina para quienes ellos amaron, y dieron a sus necesidades
fundamentales una interpretación material.
Esta Invocación es una plegaria
mundial, no contiene ninguna demanda personal ni anhelo invocador transitorio;
expresa la necesidad de la humanidad y supera todas las dificultades, dudas e
interrogantes, llegando directamente a la Mente y al Corazón de Aquel en Quien vivimos, nos
movemos y tenemos nuestro ser; Aquel que permanecerá con nosotros hasta el fin
de los tiempos y “hasta que el último cansado peregrino haya encontrado su
camino al hogar”.
Desde el
punto de Luz en la Mente
de Dios.
Que afluya luz a las mentes de los hombres.
Que la Luz
descienda a la Tierra.
Las primeras tres
líneas se refieren a la Mente de Dios como punto focal para obtener luz
divina. Esto concierne al alma de todas las cosas. El término alma con su
máximo atributo de iluminación, incluye al alma humana y a ese culminante que
consideramos como el alma “influyente” de la humanidad, que aporta luz y
difunde la iluminación. Es necesario tener presente que la luz es energía
activa.
Cuando invocamos la Mente de Dios y decimos “Que
afluya luz a las mentes de los hombres, que la Luz descienda a la Tierra”, expresamos una
de las grandes necesidades de la humanidad y, si la invocación y la plegaria
encierran algún significado, la respuesta vendrá con toda seguridad y certeza.
Cuando los pueblos en todo momento, en todas las circunstancias y en todas las
épocas, sienten la necesidad de implorar a un Centro espiritual invisible,
podemos tener la plena seguridad de que dicho centro existe.
La invocación es
tan antigua como la humanidad misma.
Cristo dijo que los hombres “prefieren la oscuridad
a la luz, porque sus obras son malas”.
Sin embargo, la gran belleza emergiendo
actualmente, reside en que la luz llega a todo lugar oscuro, y nada de lo que
está oculto quedará sin revelar. Los pueblos reconocen la oscuridad y la
miseria actuales, y por consiguiente dan la bienvenida a la luz.
Una de las
mayores necesidades hoy en día consiste en iluminar las mentes humanas a fin de
que vean las cosas tal cual son y comprendan los correctos móviles y la forma
de establecer rectas relaciones humanas. En la luz que trae la iluminación,
eventualmente veremos la luz y llegará el día en que millares de los hijos de
los hombres e innumerables grupos, podrán decir con Hermes y con
Cristo: “Yo
soy (o somos) la luz del mundo”.
Desde el
punto de Amor en el Corazón de Dios,
Que afluya amor a los corazones de los hombres,
Que Cristo retorne a la
Tierra.
Las tres líneas de la
segunda estrofa conciernen
al Corazón de Dios y se refieren al punto focal de amor. El “corazón” del mundo
manifestado en la Jerarquía
espiritual: ese gran talento que transmite amor a todas las formas de la
manifestación divina.
Amor es una energía que debe llegar a los corazones
de los hombres fecundar a la humanidad con la cualidad de la comprensión
amorosa; cuando el amor y la inteligencia se unen, se dice que expresa eso.
Cuando los discípulos estén activos y sean
reconocidos por Cristo, llegará el momento en que nuevamente Él podrá caminar
abiertamente entre los hombres; podrá ser reconocido públicamente y realizar
así Su tarea en los niveles externos e internos de la vida. Al despedirse de
Sus discípulos, Cristo les dijo: “Estaré siempre con vosotros, aún hasta el fin
de la era”.
Cuando Cristo venga, florecerá activamente la
conciencia crística, una enorme reacción contra la potencia del odio.
El odio,
la separatividad y la exclusión, serán considerados como el único pecado, pues
se reconocerá que los denominados pecados derivan del odio o de su
consecuencia, la conciencia antisocial. Segundo, innumerables hombres y mujeres
de todos los países, se unirán en grupos para promover la buena voluntad y
establecer rectas relaciones humanas. Su número será tan grande que de una
minoría pequeña y relativamente poco importante, se transformará en la más
grande e influyente fuerza del mundo.
Desde el
centro donde la Voluntad
de Dios es conocida,
Que el propósito guíe a las pequeñas voluntades de los hombres,
El propósito que los Maestros conocen y sirven.
En las tres líneas de
la tercera estrofa tenemos
una plegaria para que la voluntad humana pueda estar de acuerdo con la voluntad
divina, aunque no sea comprendida.
Estas tres líneas indican que la humanidad
no puede captar todavía el propósito de Dios, ese aspecto de la voluntad divina
que busca inmediata expresión en la tierra.
Debido a que el propósito de la Voluntad de Dios trata de
ejercer influencia sobre la voluntad humana, indudablemente se expresa en
términos humanos de buena voluntad y viviente determinación o firme
intención de establecer rectas relaciones humanas.
La voluntad divina, tal como esencialmente es,
sigue siendo el gran misterio. Aún Cristo Mismo luchó con el problema de la
voluntad divina, y se dirigió al Padre en el preciso momento que comprendió,
por primera vez la extensión y complejidad de Su misión como Salvador del
mundo.
Entonces exclamo: “Padre, no mi voluntad, sino la tuya sea hecha”. Estas
palabras significaron el abandono de los medios por los cuales Él trataba de
salvar a la humanidad.
Le señalaron lo que pudo aparecer en esos momentos un
aparente fracaso, y que Su misión no fuera cumplida. Ha esperado casi dos mil
años para llevar a la fructificación esa misión.
El no puede proseguir con Su
misión asignada sin la acción recíproca de la humanidad.
Esta invocación es, peculiar y esencialmente, el
propio Mántram de Cristo que, al ser pronunciado por Él y utilizado por la Jerarquía
espiritual, su “sonido se ha difundido” por el mundo. Sus palabras
deben ser difundidas ahora en todo el mundo, mediante su pronunciación por los
hombres de todas partes, y su significado debe ser expresado por las masas a su
debido tiempo.
Entonces Cristo podrá “descender a la Tierra” nuevamente y “ver
los afanes de Su Alma y quedar satisfecho”.
Desde el
centro que llamamos la raza de los hombres.
Que se realice el Plan de Amor y de Luz
Y selle la puerta donde se halla el mal.
En las tres líneas de
la cuarta estrofa se invocan
los tres aspectos o potencias de la
Mente, el Amor y la Voluntad, indicando que todos estos poderes se
han anclado en la humanidad misma, en “el centro que llamamos la raza de los
hombres”.
Sólo en él pueden expresarse, en tiempo y espacio, las tres
cualidades divinas y hallar su realización; sólo en él puede nacer
verdaderamente el amor, actuar correctamente la inteligencia y la Voluntad de Dios
demostrar su efectiva voluntad al bien. Por medio de la humanidad, sola y
sin ayuda (excepto la que brinda el espíritu divino en cada ser humano), puede
ser sellada “la puerta donde se halla el mal”.
La última línea de la cuarta estrofa quizás
necesite una explicación. Es una manera simbólica de expresar la idea de hacer
inactivos e ineficaces los malos propósitos. No existe un lugar especial donde
reside el mal; el libro de Revelaciones (Apocalipsis) del Nuevo Testamento
habla del mal, de la destrucción del demonio y hacer impotente a Satanás.
La humanidad mantiene abierta “la puerta donde se
halla el mal” por sus deseos egoístas, odio y separatividad, por su codicia y
sus barreras raciales y nacionales, por sus bajas ambiciones personales y por
su afición al poder y a la crueldad. A medida que la buena voluntad y la luz
afluyan a las mentes y corazones de los hombres las malas cualidades y energías
dirigidas que mantienen abierta la puerta del mal, cederán su lugar al anhelo
de establecer rectas relaciones humanas, a la determinación de crear un mundo
mejor y más pacífico y a la expresión mundial de la voluntad al bien. A medida
que estas cualidades superan las viejas e indeseables, la puerta donde se halla
el mal, lenta y simbólicamente, se cerrará por el simple peso de la opinión
pública y el correcto deseo humano. Nada podrá evitarlo.
Así se restaurará el Plan original sobre la Tierra. Simultáneamente,
se abrirá ante la humanidad, la puerta al mundo de la realidad espiritual y se
cerrará aquella donde se halla el mal. Así, mediante “el centro que llamamos la
raza de los hombres”, el Plan de Amor y de Luz se restablecerá y asestará el
golpe mortal al mal, al egoísmo y a la separatividad sellándolo en la tumba de
la muerte para siempre; así también el propósito del Todo Creador será
cumplido.
Que la Luz, el Amor y el Poder
restablezcan el Plan en la
Tierra.
Es evidente que las tres primeras estrofas o
versículos invocan, demandan o apelan a los tres aspectos universalmente
reconocidos de la vida divina: la mente de Dios, el amor de Dios y la voluntad
o propósito de Dios; la cuarta estrofa señala la relación de la humanidad con
estas tres energías de inteligencia, amor y voluntad, y la profunda
responsabilidad de la raza humana de realizar la difusión del amor y la luz
sobre la Tierra
a fin de restaurar el Plan. Este Plan, exhorta a la Humanidad a manifestar
Amor e insta a los hombres a dejar brillar su luz”. Luego viene la solemne y
final demanda de que este “plan de Amor y Luz”, desarrollándose a través de la
humanidad, pueda “sellar la puerta donde se halla el mal”.
La última línea contiene la idea de la restauración,
e indica la técnica para el futuro; que llegará el día en que la idea original
de Dios y Su intención inicial ya no serán frustrados por el libre albedrío y
la maldad humanos: materialismo y egoísmo puros, entonces debido a los cambios
producidos en los corazones y metas de la humanidad, el propósito divino será
cumplido.
Extractado del folleto de Buena Voluntad Mundial: "La Gran Invocación -
Su uso y significado".
Wesak tiene su origen en el primer mes del calendario hindú. Es el día
más sagrado del calendario budista en el que se celebra la existencia e
iluminación de Siddharta Gautama, el Buda.En todos los países de Asia con
fuerte presencia budista suele ser fiesta vacacional y en general es celebrado
en todo el mundo budista. La decisión de celebrar el Wesak a nivel mundial para
recordar el Buda se tomó en 1950en una conferencia de la World Fellowship
of Buddhists (WFB). Coincidiendo con que el calendario budista es de tipo
lunar, se acordó celebrarla la luna llena del mes de mayo.En la celebración del
Wesak los budistas acuden a templos y hacen ofrendas.
Mediante el ayuno, la oración y eventualmente la meditación grupal, con
el delineamiento de meditación Dejar penetrar la Luz. Recitar tantas
veces como sea posible La
Gran Invocación, los dos días previos al (17 de Mayo de 2011
11.10 am), el día del Festival y durante los dos días posteriores. El programa
mínimo es recitarla al amanecer, al mediodía, a las cinco de la tarde, al
anochecer y en el momento exacto del Plenilunio que marca el punto culminante.
Mantener permanentemente un estado de atención y de serena expectación. Nadie
es demasiado insignificante para prestar servicio, pues la totalidad de las
vehementes aspiraciones traerá la bendición. Todos podemos hacer algo para
terminar con el actual estado de cosas, e introducir un período de paz y de
buena voluntad en el mundo.