Mindfulness -
Por este motivo, el mindfulness
es un modo excelente de empezar a superar lo sucedido. Al practicar
mindfulness, estás aceptando cualquier contenido que surja en tu mente,
pero no analizas, ni indagas, ni rebuscas en tu mente, ni te propones
recordar lo sucedido voluntariamente. Tan solo dejas que sea tu propia
mente la que marque el ritmo y confías en que no te traerá más dolor del
que puedas soportar.
Tal vez viviste una experiencia especialmente dolorosa y apenas recuerdas lo que pasó, pero a menudo surgen en tu mente algunas imágenes vagas que te resultan muy dolorosas. Entonces, quizás recurras al alcohol o intentes hacer algo que te distraiga, sin que esa distracción sirva de mucho, porque las imágenes siempre acaban volviendo, sin descanso. Si en vez de optar por la distracción o el alcohol optas por practicar mindfulness, no tendrás que tratar de recordar más, sino tan solo aceptar lo que está en tu mente en ese momento.
Mindfulness significa observar atentamente esa imagen mental (o cualquier otro contenido que surja en tu mente), sin juzgarla, sin hacer nada más que estar ahí, estar presente, sin huir, dejando que la imagen esté contigo, reconociéndola, permitiendo que se quede contigo hasta que decida desvanecerse por sí sola.
Supongamos que esos contenidos no procesados se están expresando en forma de síntomas físicos, como dolores de cabeza. La respuesta sería la misma: no tratar de luchar contra el dolor, sino aceptarlo, centrarte en él y sentirlo plenamente, siendo consciente de cualquier otra emoción, pensamiento o imagen mental que lo acompañe. Porque cuando observas tu dolor de este modo, con atención plena, es posible que descubras que trae consigo algo más que dolor. De nuevo, si utilizas el mindfulness para observar esas emociones o pensamientos que acompañan a tu dolor, lo que haces es ser plenamente consciente de ellos, observarlos sin juzgarlos; tan solo los reconoces, los miras a los ojos, escuchas, observas, los dejas estar y luego los dejas ir.
De este modo, tu mente te va presentando poco a poco aquellos contenidos no procesados, y poco a poco, mediante el mindfulness, los vas afrontando de una manera natural, sin precipitarte, pero sin huir, sin sumergirte de lleno en todo el dolor o toda la experiencia vivida, sino tan solo centrándote en aquello que tu mente te va mostrando, ya sea una pesadilla, un vago recuerdo, un olor, un dolor de cabeza. Dejas de huir de ellos y utilizas el mindfulness cada vez que aparezcan.
Así, utilizas una técnica suave, sencilla y natural para afrontar las experiencias no superadas, siguiendo tu propio ritmo, poco a poco, pero haciéndote más fuerte con cada paso que das y siendo cada vez más consciente de tu propia fuerza. Aquella fuerza que creías no tener o que creías haber pedido para siempre.
Texto de la Net Ana Muñoz