ANGUSTIA Y ABANDONO
La angustia de abandono se presenta bajo
dos formas:
Apego por ansiedad y apego al abandono.
En la primera, que es la más típica,
hay una fuerte dependencia hacia una persona amada y cualquier asomo de
separación es experimentado con fuertes dosis de ansiedad.
En la segunda, ocurre todo lo
contrario:
La persona se obsesiona con ser
independiente y evita cualquier situación que pueda llevarla a lazos afectivos
demasiado profundos.
La situación tiene su origen cuando la
madre, o el cuidador de un niño, no puede, o no quiere, responder como figura
protectora frente a los miedos que el pequeño experimenta.
Ante esta
circunstancia el niño puede crecer de dos formas:
Sigue durante toda su vida buscando el afecto
y los cuidados que no tuvo durante su infancia.
Reacciona defensivamente y se torna distante
y desconfiado para no volver a sentir esos vacíos que lo lastimaban cuando era
pequeño.
En la vida adulta la angustia de
abandono se manifiesta principalmente en el terreno de la pareja.
Las personas
tendemos a repetir los patrones de relación que tuvimos con nuestros padres y
es por eso que los temores y expectativas infantiles entran nuevamente en
escena.
“Hay una historia detrás de cada persona. Hay una razón de por qué son
lo que son. No es tan solo porque ellos lo quieren. Algo en el pasado los ha
hecho así y algunas veces es imposible cambiarlos”
-Sigmund Freud-
Casi siempre hacen su aparición de
manera inconsciente, es decir, no nos damos cuenta de que muchos de nuestros
comportamientos obedecen a esas experiencias de infancia, sino que pensamos que
forman parte de un presente sin nexos con ese pasado lejano.
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Los ecos del abandono
Del
40% de niños que experimentan angustia de abandono, un 4% llega a extremos
preocupantes.
Es el caso de los pequeños que ante
una tardanza de la madre entran en pánico y construyen terribles fantasías en
torno a esa demora.
Piensan frecuentemente en la
posibilidad de que su madre, o su cuidador, sufra un accidente o una enfermedad
y muera.
Aparecen también muchas
manifestaciones físicas. Sienten dolor de estómago, o tienen vómitos y
sensaciones de ahogo. También se vuelven frecuentes las pesadillas y
experimentan temores nocturnos, miedo a la oscuridad y una inquietud
permanente.
En la vida adulta la angustia de abandono se manifiesta principalmente en el terreno de la pareja.
Las personas tendemos a repetir los patrones de relación que tuvimos
con nuestros padres y es por eso que los temores y expectativas
infantiles entran nuevamente en escena
Los adultos con angustia de abandono
viven también esos síntomas varias veces a lo largo de su vida.
Generalmente
cuando entablan una relación amorosa.
Casi todos son reticentes a
enamorarse.
Algunos de ellos dan el paso y
después desarrollan una fuerte dependencia de su pareja. Se vuelven
controladores, necesitados de llamar la atención en todo momento y
extremadamente sensibles a cualquier expresión de autonomía por parte de su
cónyuge.
Se aferran a quien “aman”,
de una forma que suele asfixiar al otro.
En otros casos optan por tener sexo
casual solamente, o relaciones intrascendentes con varias personas a la vez.
Hay desconfianza y se desprecia a los demás con el propósito de no desarrollar
vínculos íntimos.
La angustia de abandono es una situación que demanda ayuda profesional
para lograr que se hagan conscientes esas estrategias de comportamiento que en
realidad no forman parte de “la manera de ser” de una persona, sino de un
conflicto de infancia no abordado
“La infancia es fugaz.
Que nuestra obsesión por corregirla no nos impida disfrutarla”
-Carlos González-
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