Si culpas te enfermas, si perdonas sanas.
Cuando percibimos algo, lo damos por verdadero y por externo, “ahí afuera pasa algo.”
Ni la percepción es verdadera, ni es externa.
En cada interpretación que yo hago me veo a mí mismo, son mis creencias las que crean la percepción.
El
observador crea lo observado. Pero no lo vemos así, me engancho a esa
percepción falsa que doy por “externa y verdadera” cuando en realidad es
que yo me veo en los demás, lo que veo es mío, es que yo realmente me
proyecto en los demás.
Y encima hacemos un juicio negativo de otros, cuando es mi propia sombra o inconsciente la que aflora.
Cuando haces un juicio o condenas a otros, es en realidad una guerra contra ti mismo.
Al
decir algo malo de los demás, tu pensamiento y emoción es desagradable y
tu cuerpo vive esa emoción en forma de neurotransmisores como la
noradrenalina en tu cerebro y el cortisol en tu cuerpo.
Los juicios negativos a otros literalmente te envenenan a ti.
Si te duele algo pregúntate ¿qué juicio has hecho?, ¿qué has sentido poco antes? y descubrirás que eres tú quien lo ha creado.
Observa los juicios que hiciste y haces, mira las emociones que sientes, porque están ligadas a tus dolencias.
Cuando hay algo que me molesta mucho de otros, que me impacta en exceso es que se trata de mi proyección.
Por ejemplo, si alguien me trata sin respeto y reacciono airadamente, pregúntate si te respetas a ti mismo.
En
vez de atacar al otro, tiene más sentido bendecirle y agradecerle
porque ha hecho de espejo tuyo, de maestro tuyo para tu mayor bien.
Nuestros maestros no son lejanos, son cercanos y son a quienes culpamos de lo nuestro.
Una
madre que te maltrata te enseña la madre que no debes ser, una pareja
que te agrede te enseña que no te respetas. Bendícelos.
Si te enfadas o sientes miedo por lo que otros piensan, sientes o dicen de ti o te han hecho, lo vives en tu propio cuerpo.
¿A quién va a afectar? A ti. Todo lo que dices de los demás, lo atraes para ti. No hay otros y tú. Todo es uno.
Si
no puedes perdonar es que has hecho el juicio, te has sentido atacado,
estas en el ego. Desde el ego solo hay ataque, escasez y miedo, y
renuncia a tu auténtico poder.
A veces encontramos que hay un familiar cercano que nos ha hecho mucho daño.
Si quieres desde el ego cortar con esa persona que te hizo daño, corta del todo.
Corta
su relación si quieres y corta su atención hacia ella, no la ataques,
no la nombres, no hables nunca de esa persona, corta con hacer juicios
de cualquier tipo sobre esa persona, corta tus emociones con esa
persona, ignora a esa persona, corta con las creencias negativas sobre
ti que ella tenía e hiciste tuyas.
Y no olvides que todo te lo hiciste tú a ti mismo y que tu ser esencial jamás fue atacado, porque nada ni nadie puede atacarlo.
A
quien siempre le has culpado de tus males, le das las gracias por
hacerte de espejo de tu percepción, por haber dado luz a tu sombra.
Desde el Ser Esencial que eres el único perdón que tiene sentido es el perdón a ti mismo.
Si
tú tienes el poder, si todo me lo hago yo a mí mismo, lo práctico es
perdonarse a sí mismo por la percepción, por el juicio, por culpar, si
perdonas te sanas.
Puedes
crear lo deseado en tu conciencia, sentirlo como real, agradecerlo, así
llegas a ser todo lo que ya eres. ¿Quieres sanarte? Si lo deseas no
debes olvidar lo siguiente:
Tienes todo el poder… de enfermarte.
Mi enfermedad es la “prueba de la culpa del otro, de lo que me hicieron”
Sana tu niño interior. Si sientes miedo o culpas a otros, tú seguirás enfermo.
Tu cuerpo vive tus juicios. Todo ataque o culpa al otro es un ataque contra ti mismo.
Lo que me molesta mucho de otros, es mí proyección; es mío. Percibo mis creencias.
El otro es tu espejo. En cada percepción externa veo mi mundo interno.
Las creencias, juicios, emociones… se somatizan en mi cuerpo.
Bendice al otro, Perdónate a ti mismo/a.
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Sanarte es cambiar tú, cambiar tu percepción.
Se coherente contigo mismo.
Agradece como si ya fuera como deseas que sea.
Mi poder de transformación está en mi mente y emociones. Tienes todo el poder de sanarte.
El camino solo puedes andarlo tú.
Una clave y lo primero es ser coherente conmigo mismo.
Si
no hago lo que quiero hacer o no digo lo que quiero decir por no
molestar a los demás, por complacerles, estarás en incoherencia y
enfermarás.
No tienes que hacer nada para complacer a los demás, te invito a ser coherente contigo mismo prioritariamente.
Si
el no querer molestar a los demás o querer complacer a otros supone ser
incoherente contigo, te crearás un daño a ti mismo y un malestar
proporcional a la incoherencia contigo mismo.
Como percibes lo que crees, y como tienes el poder de cambiar lo que crees, tienes el poder de cambiar tu percepción.
Consejos del conejo – Tomas Elorriaga