Cada órgano dañado responde a una emoción
Nuestro cuerpo físico termina siendo el encargado de
mostrar todo aquello que no está bien en los demás cuerpos, como lo son
el emocional y el mental.
Hoy, más que nunca, están descubriendo que detrás de cada enfermedad existe una emoción que la está generando.
No hay una manera buena ni una mala.
Por eso la enfermedad nos viene a curar, es
la que nos hace ser sinceros con nosotros mismos.
Una vez que la persona toma conciencia del programa que está activo y de
la emoción que quedó anclada y sin resolver, es muy claro hacia dónde
dirigir las acciones terapéuticas.
El tratamiento es guiar a la persona,
mediante varias herramientas, a esta toma de conciencia. Se busca
cambiar el punto de vista asociado a esa situación e interpretar la
vivencia con recursos actuales para lograr
desactivar el programa.
Una vez que somos conscientes de la emoción
oculta, cuando nos damos cuenta de nuestra falta de coherencia, podemos pasar a
la siguiente fase, que es la sanación.
Para sanar las emociones, las que nos
enferman, es necesario cambiar nuestra percepción. Para ello hay que buscar el
motivo oculto que me impedía actuar de una manera determinada y comprender que
hay otras formas.
Una vez que la emoción que sustentaba este
programa se resuelve, mantenerlo activo deja de tener sentido para el
organismo y puede comenzar la reparación.