Chakra Coronario, Corona o Sahasrara.
Características del Séptimo Chakra: Sahasrara
El color violeta del séptimo chakra, ayuda a que se produzca una
transformación en el espíritu y el alma abriéndoles a nuevas dimensiones.
El blanco, color que contiene todos los matices cromáticos, integra
todos los planos de la vida y abre el alma al conocimiento.
Está
situado en lo alto de la cabeza y es muy sensible.
Aunque te cueste sentir los
demás chakras, es muy probable que sientas este. Si alguien se acerca mucho a
él, podrías sentir un cosquilleo en el cuero cabelludo o cierta opresión en la
cabeza.
Este
chakra nos permite vincularnos directamente con lo Divino, como quiera
que lo percibamos cada uno, con la gracia de nuestro ser verdadero.
- Ubicación: coronilla.
- Nombre en Sánscrito: Sahasrara
- Sílaba mántrica: M.
- Nota musical: SI.
- Color: blanco, dorado y violeta
- Elemento: voluntad y pensamiento.
- Sentido: todos.
- Órgano: ojo derecho, parte superior del cerebro, cabeza sistema nervioso, glándula pineal.
·
Yantra. Símbolo: loto de mil
pétalos
- Manifestación mental/ espiritual: espíritu, sabiduría, plenitud, conciencia pura
- Aromas: loto
- Principio básico: Ser puro
·
Edad en la que se desarrolla Se desarrolla después de los 26 años de edad
- Frase que conecta con esta energía: “Somos/Sabemos”
Es el centro de la sabiduría y la espiritualidad. El séptimo chakra es nuestra energía más puramente espiritual. Es la fuerza que nos abre a la iluminación, pues completa el proceso de evolución devolviendo al universo la energía que crea nuestro ser individual.
Este chakra se suele activar plenamente cuando la persona realiza un trabajo espiritual profundo. Su vibración o plena activación es la responsable del aura de la parte superior de la cabeza que presentan personas de gran humanidad.
Misión y
funcionamiento del séptimo chakra:
El chakra coronal
es donde se asienta la perfección suprema del hombre. En algunos escritos
legados por la tradición se representa en vilo sobre la cabeza del hombre.
Brilla con todos los colores del arco iris, pero el color predominante es el
violeta. La flor exterior del chakra consta de 960 pétalos. En su interior se
encuentra una segunda flor de 12 pétalos, que irradia luz blanca entreverada de
rayos dorados.
De forma similar a
como la luz incolora reúne todos los colores del espectro, en el chakra supremo
se reúnen todos las energías de los centros inferiores. El chakra coronal es la
fuente y el punto de partida para la manifestación de todas las restantes
energías de los chakras. Aquí estamos unidos con el ser divino sin atributos y
amorfo, que contiene en sí todas las formas y atributos no manifestados.
Es el lugar en que
nos encontramos como en casa: desde aquí partió nuestro viaje hacia la vida, y
aquí regresamos al final de nuestra evolución. Aquí vivimos y nos
experimentamos a nosotros en Dios, nos hemos hecho uno con el origen divino del
que procedemos. Nuestro campo energético personal está fundido con el campo
energético universal.
Todo cuanto
captamos, primero intelectualmente y después intuitivamente, adquiere ahora una
comprensión completa. El conocimiento que obtenemos a través del chakra coronal
va más allá aún del que nos proporciona el tercer ojo, puesto que ya no estamos
separados del objeto de la percepción. Vivimos las diferentes manifestaciones
de la creación, entre las que también se encuentra nuestro cuerpo, como un
juego de la consciencia divina con la que nos hemos unificado.
La vía para el
desarrollo del chakra supremo está indicada someramente por la radiación
violeta. El violeta es el color de la meditación y de la entrega. Mientras que
en la activación de los seis centros energéticos inferiores podíamos influir de
forma concreta, aquí sólo podemos abrirnos y convertirnos en receptáculo.
Mediante el
despliegue del séptimo chakra se disuelven también los últimos bloqueos
limitadores de los restantes chakras, y las energías comienzan a vibrar con las
frecuencias más altas de que son capaces. Cada chakra se convierte en un espejo
del ser divino en su plano especial, expresando así el potencial supremo de que
dispone.
Tan pronto como el chakra coronal está
completamente despierto, su misión, recibir las energías cósmicas, ha
concluido. Ahora es él mismo el que emite energías. Para ello el «cáliz de la
flor» se abomba hacia fuera y compone una corona sobre la cabeza.