UN PERRO Y UN NIÑO (NO me lo contaron)
Sus ojos brillaban, pequeños, redondos, era un cachorro de
color beige dorado con pelaje algo largo, gordito,
daban ganas de acariciarlo y
abrazarlo.
El niño con sus ojos fijos, como midiendo cada
movimiento, como intentando ver con claridad, a veces deteniéndose, con
dificultades de motricidad y cierto autismo, se acercó al cachorro.
El cachorro, se acercó a él. El niño al cachorro.
Poco a poco, y el niño intentó girar su cabeza, viéndolo con
su mirada fija , le tomó la oreja, se la tomó con tanta fuerza que el cachorro
emitió un aullido muy agudo y prolongado, quedando quieto, inmóvil, sintiendo
el dolor impregnado de inocente amor.
El perro de autismo es un animal de comportamiento
social óptimo, que presta apoyo a chicos con autismo ayudándolos a impedir que
se hagan daño a si mismos.
El perro cumple la función de cortar comportamientos de
fuga, impedir que el chico se muerda, azote, etc..
También ayuda a los chicos a dormír mejor y a tolerar
cambios de entorno.
VIDEO :
Una investigación realizada en el Centro de Investigación para la Interacción Humano-Animal de la Universidad de Missouri (E.E.U.U.), incluyó a 70 niños, de entre 8 y 18 años, que recibían atención en el Centro de Thompson para el Autismo y Trastornos del Neurodesarrollo, en Colombia. Gran parte de las familias que participaron en la investigación tenían perros y casi la mitad gatos. Otros animales domésticos incluyeron peces, animales de granja, roedores, conejos, reptiles, aves e incluso hasta una araña.
Los datos encontrados revelaron que los niños con autismo que vivían con perros en relación a los que no tenían mascotas, parecían tener mayores habilidades sociales. Asimismo, se destacó que los niños con cualquier tipo de mascota en el hogar son más propensos a involucrarse en comportamientos sociales como puede ser responder a las preguntas de otras personas.
En este sentido, los investigadores apuntaron que los animales pueden servir como catalizadores sociales. Cuando las mascotas están presentes en los entornos sociales las personas con autismo pueden intentar comprometerse más con los demás.
Además, la afectividad y gentileza del perro de asistencia ayuda al niño, con tan solo su presencia, a ser tolerante y emplear un lenguaje divertido con su cuerpo. A su vez, el pequeño disminuirá las conductas compulsivas. En este sentido, el perro actúa como un aliado del terapeuta con formación en terapia asistida con animales, proporcionando un ambiente de aceptación incondicional y transformando las características adversas de la situación en un ambiente afable donde se favorecen experiencias agradables, lo que promueve la motivación del niño por la terapia.
Finalmente, el perro aporta un cúmulo de sensaciones y experiencias que pueden percibirse como integradas, coherentes y basadas en una comunicación emocional fácilmente interpretable. Por ello, el animal puede servir de puente para que las personas con TEA aprendan a interpretar las situaciones comunicativas y sociales, potenciando la visión de sí mismos y del otro (empatía) y mejorando su desempeño en ellas