Bruce Lipton es un biólogo estudioso de las células madre, que enseñó en la Escuela de Medicina de la Universidad de Wisconsin y llevó a cabo investigaciones pioneras en la Universidad de Standford antes de escribir su libro “La Biología de la Creencia” en 2005. Su mensaje no proviene de interpretaciones rápidas de la física cuántica, sino del trabajo con células en el laboratorio. Sus experimentos demostraron que el ambiente y las circunstancias no genéticas determinan como se comportan las células. Para Lipton, los genes no controlan nuestra vida, lo hace el ambiente, y sobre todo, nuestra percepción de ese ambiente.
“Solía aceptar el dogma central (el ADN controla toda la vida biológica), y enseñé el determinismo genético en la facultad de medicina”, dice Lipton. El argumento, mencionado inicialmente por el biólogo molecular Francis Crick en 1958, mueve el péndulo en el debate de herencia-versus-educación hacia el lado de la herencia. Este era un concepto deprimente para Lipton. “No escogemos nuestros genes. El determinismo genético básicamente dice que lo que sea que nos ocurra es consecuencia de los genes que recibimos al nacer. Esto significa que mi destino ya no está en mis manos. Nos convertimos en víctimas de nuestros genes”.
A parte de ese resultado fatalista y a pesar de todas las afirmaciones farmacéuticas sobre la medicina basada en la individualidad genética, el determinismo genético puede haber acabado. Las investigaciones de Lipton demuestran una perspectiva diferente. Él tomó células madre genéticamente idénticas y las puso en placas de Petri separadas y luego cambió en medio ambiente. Observó cultivos de células colapsar en ambientes enfermos e instantáneamente recuperar su salud cuando se las colocaba de nuevo en ambientes buenos y sanos. Células idénticas se desarrollaron en diferentes direcciones cuando el ambiente cambió. La diferente información llevó a los genes a evolucionar de formas distintas. Así que los genes no controlan la vida; responden a información.
Los descubrimientos de Lipton son parte de un nuevo paradigma biológico emergente que presenta un punto de vista radicalmente diferente de la evolución de la vida: la epigenética. Epi significa “por encima de” en griego, así que epigenética significa por encima de los genes. “Resulta que cuando nos movemos de un ambiente a otro, cambiamos la lectura de nuestros genes”, dice Lipton. “O si percibimos que nuestro ambiente no nos apoya, esa percepción también cambia nuestra genética”.
Las implicaciones son significativas. Cambia tu ambiente, y puedes cambiar como piensas. “No somos prisioneros de nuestro destino, porque tenemos la libertad de cambiar la forma en que respondemos al mundo”, explica. “Somos los dueños de nuestra genética, en vez de las víctimas de nuestros rasgos hereditarios. Nuestro destino está realmente basado en la forma en que vemos el mundo o en como hemos sido programados para experimentarlo“.
Así que Litpon tiene la misión de explicar como nuestras realidades están creadas por nuestras creencias. “Sabemos por la ciencia que nuestros genes no controlan nuestras vidas, pero si creemos que lo hacen, lo hacen” dice Lipton. Para cambiar nuestra realidad tenemos que cambiar nuestras creencias. Esta es la razón por la que el subtítulo de su libro La Biología de la Creencia es Liberando el Poder de la Conciencia, la Materia y los Milagros. Este es también el motivo por el que Lipton se mueve en un mundo que parece habitado por gurus de la autoayuda que hablan sobre la Ley de Atracción, que dispone que el pensamiento positivo focalizado te llevará al resultado deseado. El mismo mensaje, diferente inspiración
El reto de cambiar creencias ha devenido una parte esencial del trabajo de Lipton. Habla tanto de la conciencia y de la mente, como de sus experimentos en el laboratorio. “La función de la mente es crear coherencia entre las creencias y la realidad que experimentamos“, dice. “Así que lo que sea que tengamos programado en nuestras mentes, esas creencias, dará forma no sólo a nuestra genética sino también a nuestro comportamiento, para así ajustarse a aquellas creencias. Si tenemos creencias positivas en nuestra mente, entonces nuestro comportamiento y nuestros genes nos llevarán a la salud y la felicidad“.
Sin embargo, el camino a la salud y la felicidad de Lipton son más que pensamiento positivo. “Generalmente creemos que dirigimos nuestras vidas con nuestros deseos y aspiraciones“, continua Lipton, “pero la neurociencia revela un hecho sorprendente: nuestra mente consciente creativa solo dirige nuestras vidas en un 5%. El 95% del tiempo nuestra vida es controlada por las creencias y hábitos que están programados en nuestra mente subconsciente. Puedes tener pensamientos positivos pero ésto tiene poca influencia en tu vida debido al corto plazo de tiempo en el que realmente diriges tu vida con la mente consciente“. A pesar de que podamos aceptar el mensaje de que podemos cambiar nuestra realidad cambiando nuestras creencias, es difícil para nosotros cambiar nuestras creencias porque la mayor parte del tiempo vamos en piloto automático.
Lipton explica que hay una buena razón para la reproducción automática de la mente subconsciente. De niños, aprendemos a andar. Mientras lo hacemos, nuestras vidas están determinadas por el proceso. Lleva toda nuestra energía y atención. Lo mismo ocurre cuando aprendemos a conducir más adelante en la vida. Pero una vez hemos adquirido este nuevo hábito, la mente subconsciente automatiza el proceso. Lo que parecía enormemente complicado ahora es simple. Ni siquiera pensamos más en ello cuando colocamos un pie delante de otro o cuando conducimos a casa desde el trabajo.
Sin embargo, no solamente grabamos funciones motoras simples como caminar o conducir. De la misma forma, también grabamos percepciones y comportamientos. y lo hacemos mayoritariamente mientras estamos en el útero, durante el segundo trimestre del embarazo, y durante los primeros seis años de nuestras vidas. “Los programas fundamentales en tu mente subconsciente no son tus propios deseos y aspiraciones“, señala Lipton. “Son los comportamientos que copiaste de otras personas, principalmente tus padres y tu familia y comunidad. Tus creencias son de hecho sus creencias, sus deseos. Estás teniendo comportamientos que te programaron cuando eras niño. Y es poco probable que estos comportamientos sean lo que tú desees hoy en día. Te estás saboteando a ti mismo!“.
Por supuesto, este no es un descubrimiento nuevo. Sigmund Freud usó el psicoanálisis para descubrir patrones programados. El psicoanálisis y la psicoterapia pueden haber traído consigo un mejor entendimiento sobre porqué actuamos como lo hacemos, sin embargo la gente pocas veces tiene éxito en cambiar sus vidas con estos métodos.
Lipton señala los modos diferentes en que las mentes consciente y subconsciente aprenden. La mente consciente aprende a través de la inspiración, leyendo un libro, yendo al cine, teniendo una excitante conversación con un amigo o un profesor. La mente subconsciente no es creativa y automatiza los procesos, o crea hábitos, en bajas frecuencias en diferentes partes del cerebro. “Puedes hablarle a una grabadora todo lo que quieras; no podrás cambiarle el programa. Necesitas re-grabar para cambiar el programa”, dice Lipton.
El impacto en la medicina es profundo. “Nuestra salud está realmente basada en nuestras percepciones y nuestras creencias y actitudes“, dice. “Cuando estamos en un ambiente negativo, o nos percibimos a nosotros mismos en un ambiente así o nos dejamos guiar por programas de comportamiento que son auto-saboteadores, estas creencias generalmente contribuyen a la enfermedad. Si quieres recuperar la salud, no necesitas añadir medicinas. Debes de hecho volver a un ambiente saludable que te apoya. He visto en el laboratorio que cultivos de células pueden colapsar y después recuperarse cuando mejora su medio ambiente.”
Para ilustrar este punto, añade que las investigaciones han demostrado que el 90% de los casos de cáncer y enfermedad del corazón, los dos grandes asesinos del planeta, no tienen nada que ver con los genes y todo que ver con el estilo de vida. “Un montón de medicamentos se abaratan añadiendo químicos que apoyan estilos de vida no saludables”, argumenta Lipton. “No se trata de sanar a la gente, sino de ayudarles a mantener un estilo de vida. No necesitáis estas drogas. Lo que necesitáis es cambiar vuestro estilo de vida. No necesitáis un médico, necesitáis un coach. Esto es de lo que trata la nueva medicina”.
No obstante, esta visión radical se enfrenta a un obstáculo principal: una empresa farmacéutica cuya misión fuera mejorar la salud mediante técnicas que no pueden patentarse no es rentable para sus accionistas. “En teoría, la medicina es una práctica compasiva; se trata de ayudar a las personas”, dice Lipton. “Pero en la práctica, no es así. La medicina convencional genera beneficios de la gente enferma. Esto por definición es inhumano. La medicina debe ser sin ánimo de lucro. En cuanto pones el beneficio en la ecuación, el sanar a la gente minimiza el beneficio de la empresa. Obviamente, el dinero no sana. Lo contrario: el dinero impide la sanación”.
“Incluso los más primitivos organismos del planeta, las bacterias, viven en comunidad”, dice. “Están siempre en comunicación los unos con los otros. Los organismos no viven solos. Cuanto más complejos se vuelven los sistemas, más comparten el volumen de trabajo”. “No eres un individuo. No eres una entidad individual. Esto es una percepción errónea. Eres una comunidad de 50 trillones de células”.
La biología Darwiniana con el foco en la supervivencia del más fuerte, nos ha llevado al camino equivocado, según Lipton. “Cuando empiezas a hablar de la supervivencia del más fuerte, empiezas a hablar sobre el individuo. Y a la Naturaleza no le importan en realidad los individuos”. Desde la perspectiva de la evolución, no se trata del ser humano individual, se trata de la humanidad. “No somos entidades individuales, somos un gigante superorganismo colaborador”, dice.
Lipton argumenta que ocurrirá una revolución cuando reconozcamos que cada ser humano es una “célula” en el mismo cuerpo. “Aprenderemos que matar o asustarnos mutuamente o el medio ambiente, es auto destructivo. De hecho, hay un nombre para lo que hacemos. Cuando las células en nuestro cuerpo luchan unas contra otras, lo llamamos “enfermedad auto-inmune”. Lo que está viviendo actualmente la humanidad es un caso grave de enfermedad auto-inmune.”
Aún con todo, Lipton es optimista sobre el futuro. “Solía ser un pesimista”, dice. “Cuando empecé a entender la naturaleza de la evolución y como todo se empodera mediante la formación de las comunidades, entonces vi que la aparición de Internet está haciendo exactamente eso: permite que las células se conecten. Estamos empezando a ver la unión de seres humanos de todo el mundo reconociendo que todos somos Uno. Este es nuestro destino evolutivo”.
Lipton tiene esperanza con lo llama el “efecto de luna de miel”. Todos recordamos momentos en los estuvimos profundamente enamorados. Nos sentíamos sanos y con mucha energía. La vida era tan hermosa que era el Cielo en la Tierra. “Este efecto de luna de miel no era accidental; era una creación”, dice Lipton, “personalmente creada por ti”.
Cuando nos enamoramos, nuestra mente consciente, con nuestros deseos, nos gobierna casi todo el tiempo -no el 5%, sino el 95%. Esta condición puede cambiarnos la vida. “La única diferencia entre el cielo y el infierno en este planeta es la diferencia entre vivir los deseos creativos de la mente consciente o las creencias desempoderadoras y saboteadoras de la mente subconsciente”.
Lipton descansa un momento y luego pregunta: ¿Qué ocurriría si programas o reprogramas tu subconsciente para que tenga los mismos deseos que aquellos con los que tu mente consciente creó la experiencia de luna de miel?.
En este punto, todos viviríamos el Cielo en la Tierra constantemente”.